viernes, 13 de septiembre de 2013

Lo que Lima siempre me enseña





Hace casi 2 semanas que regresé de Lima. Pude pasar mi cumpleaños allá, ver amigos (as), salir, comprar, comer, turistear y muchas reuniones de preparativos pre matrimonio (wiiii!).
2 semanas parecía suficiente tiempo para cubrir mi necesidad de peruanidad, pero no, nunca es suficiente, siempre falta algo por hacer y a alguien por ver. 

Llegar a Lima en avión es feo, admitámoslo. Luego de estar en las alturas acompañada de un sol maravilloso y contemplando la inmensidad de la tierra, llega el momento en que el Capitán avisa que estamos comenzando a descender. Qué emoción! A medida que comenzamos a bajar, el paisaje se va tornando un poco gris, gris más intenso, gris denso y gris se queda. Es el momento en el que me encuentro cara a cara con el responsable de todos mis problemas de alergias. Traje mis remedios antialérgicos? Uff, sí, están aquí conmigo. Sería bueno tomarlos antes de llegar. 

Esas nubes, que en el colegio aprendí que se llamaban estratos, están súper cerquita al suelo, casi haciéndonos un techo. Si vas a Lima en plenos agosto y miras hacia arriba, vas a ver un solo de estas nubes uniformes que parecen querer poner a prueba tu estado de ánimo. Lima me enseñó que el sol, la claridad, el calorcito, está solo un poquito más arriba de esas nubes; que esas nubes no definen el color del infinito cielo, sino que son una minúscula parte que nos quiere hacer creer que la inmensidad tiene ese color. 

No hay nada como estar en casa y con la gente con la que has compartido toda tu vida.
Entrar a tu casa, lugar que fue testigo de horas de estudios, de dramas existenciales, de desveladas hablando por teléfono, de renegar sin razón, de momentos de emoción y decepción y descubrir que todo no está igual, sino que muuucho mejor, es la perfecta definición y sabor de la armonía. Y que ecil clima que se respira es de pura buena energía y amor. Me daba ganas de abrazar ese espao! 
Lima me enseñó que sí, que lo que viví durante toda mi vida valió cada segundo, que tengo seguridad que no cambiaría nada. Que si pudiera, regresaría el tiempo y viviría exactamente lo mismos buenos momentos y aceptaría aquellos que me quisieron quebrar internamente. Lo volvería a vivir todo tal cual! 
Pero, si bien Lima me enseñó que podría volver sin problema alguno a cualquiera de esas etapas, no cambiaría por nada mi yo actual. Que estoy realmente feliz por estar donde estoy ahora.

Cada vez que me reencontraba con alguno de mis amigos(as), tenía la sensación de que estaba retomando una conversación que había dejado a medias.
Lima me enseñó que la fluidez y calidez con que disfruté a cada una de estas personas, es y será siempre única. Que no importa el lugar geográfico en el que me encuentre ni los grupos que frecuente, no es posible encontrar tal conexión. Pero, Lima me enseñó también que eso es algo bueno y las personas que poco a poco fueron entrando a mi vida en esta nueva fase, ahora se volvieron esenciales e insustituibles.
**Mea culpa: Sé que me faltó ver a muchos, juro que quería comprar tiempo para poder verlos, abrazarlos ver lo bien que están. Pondré todos mis poderes de organización en práctica para que la próxima vez el tiempo rinda más que la botella de aceite!

Amé cada día de mi corta estadía en mi Lima. Siempre regreso recargada y con ganas de hacer valer la pena haberla dejado, aunque siempre supe que de alguna forma esto iba a ser así. Y que no suene a arrepentimiento ni nostalgia absurda. Lo bueno debe ser reconocido y reflexionado. Creo que lo más importante que Lima me enseñó es que es los sueños no tienen límites, ni mucho menos fronteras, que es de valiente seguir atrás de ellos y agarrarlos con las 2 manos para que no se escape ni un pedacito. 

Perdón, esto último Lima no me lo enseño. Fueron mi papá y mi mamá quienes lo plantaron en el lugar más especial de mi corazón ;)

MP 


No hay comentarios:

Publicar un comentario