Una vez, hace
aaaños, mi papá nos preguntó a mi hermano y a mí, dónde nos gustaría vivir.
Él se refería en qué barrio de Lima nos gustaría vivir. Mi hermano no se demoró ni dos segundos en contestar y en hacer sus análisis de acuerdo a la cercanía a los amigos, lugares de diversión, estética, etc. "En Miraflores! Porque hay de todo por ahí, pero mejor no, mucha humedad (para un asmático, la humedad es un tema importante). En San Isidro, donde están las principales empresas, pero mis amigos viven por San Borja" Decía el.
Él se refería en qué barrio de Lima nos gustaría vivir. Mi hermano no se demoró ni dos segundos en contestar y en hacer sus análisis de acuerdo a la cercanía a los amigos, lugares de diversión, estética, etc. "En Miraflores! Porque hay de todo por ahí, pero mejor no, mucha humedad (para un asmático, la humedad es un tema importante). En San Isidro, donde están las principales empresas, pero mis amigos viven por San Borja" Decía el.
Yo reformulaba
la pregunta en mi cabeza. La había entendido de una forma diferente.
-Y tú Pía, ¿En
donde te gustaría vivir? Segura respondí: - Pá, todavía no hemos viajado fuera,
no sé que ciudad me pueda gustar. Pero creo que me gustaría Madrid o Barcelona.
Siempre tuve
una afición por las culturas, tradiciones e idiomas. Cada vez que escuchaba
algún acento no familiar o idioma extranjero, me esforzaba por escucharlo bien
bien y acordarme para luego preguntar o buscar de dónde era.
Es gracioso,
raro, curioso como inconscientemente uno desde niño va trazando su camino,
inclinándolo por gustos o preferencias que parecen haber nacido con uno.
Siempre me
imaginé que iba a vivir fuera de mi adorado Perú. No tengo idea por qué.
Lo que sí sé,
es que si del “dicho al hecho hay mucho trecho”, de la teoría a la práctica hay
un abismo. A pesar de siempre haber seguido a mi instinto errante y sentir que
tomé las decisiones correctas, basadas
en el amor y la razón (creo que no existe una sin la otra) cuando llegó el día de finalmente emigrar, realmente sentí que
iba a ser un abismo lo que tenía que cruzar. Y que, al cruzarlo, iba a tener
que “descansar” de ese esfuerzo, tomar aliento y seguir.
La buena
noticia es que…. sobreviví! Tomé aliento y I’m moving on.
Las decisiones
que iba tomando mezcladas con eso que te empuja a un lado y no al otro,
hicieron que termine aquí, en la Ciudad Maravillosa y no me quede en la Ciudad
de los Reyes. Y es aquí donde me siento feliz.
MP
MP
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